Muerte sin despedida y el «duelo ambiguo». ¿Cómo afrontar el duelo en tiempos de coronavirus?

Durante el proceso de adaptarse al aislamiento social, a la cuarentena o al aislamiento forzoso, vamos aprendiendo a examinar cuál de las noticias que nos llegan a través de las redes sociales son realmente interesantes (lo cual no significa que nos alegremos sobremanera ni sean gratificantes). Solo son noticias que nos tienen que humanizar más con la situación de catástrofe humana de esta epidemia que nos ataca a todos en este decenio. Solo hablando de las estadísticas, destaca el número de fallecidos en todo el mundo por el contagio severo del coronavirus. ¿Pero qué hay de los “sobrevivientes” que pierden un miembro de la familia? Hablamos de un ser querido: una esposa, un padre, una madre, un hijo, un hermano. La cultura del duelo nos empuja hacia los rituales de despedida. De hecho, la forma más humana de afrontar la muerte es el duelo.

La noticia que comento párrafos abajo es sobrecogedora, como todo lo que ahora en este tiempo está sucediendo. Hay médicos que está muriendo y otros se encuentran en estado de gravedad y enfermeras contagiadas..

Al respecto, Elizabeth Kubler-Ross nos enseña a darle otra cara a la muerte, a humanizar la pérdida.

Quien está por fallecer tiene derecho a despedirse, es el «el derecho a decir adiós». En Italia se ha iniciado una conmovedora campaña para que los pacientes que están a punto de morir puedan despedirse de los suyos.

Con más de 4.000 muertes registradas, este país europeo se convirtió en el lugar con mayor número de personas fallecidas por covid-19 en el mundo, superando a China.

A pesar de las diversas medidas implementadas (cuarentena obligatoria a nivel nacional, el cierre de bares y restaurantes, y la prohibición de reuniones públicas), los italianos no han logrado superar la dramática crisis sanitaria por la propagación del virus.

Uno de los enfermeros registra con su cámara la crisis del proceso consuntivo que los pacientes viven al final de sus vidas por el covid-19 en un hospital y los conecta con sus familiares, a fin de que puedan despedirse.

Tanto el hospital San Carlo de Milán como el Basinni, ubicado a las afueras de la ciudad, recibieron tabletas para que los enfermos puedan mantenerse en contacto con sus seres queridos y verlos por última vez.

Según un artículo periodístico de La Tercera[1],

Morir solos y tras una larga hospitalización en cuidados intensivos es la desafortunada realidad que ha motivado a los miembros Partido Demócrata del distrito 6 de Milán a comprar los dispositivos que permiten a los enfermos ponerse en contacto con sus seres queridos.

Según consigna el medio italiano La Stampa, los fondos destinados a la donación son los que se encuentran disponibles gracias al aporte diario de los concejales locales.

‘La idea surge del doctor Cortellaro, jefe de San Carlo, quien en una entrevista contó el dolor de las personas que ingresaron solas al hospital y que se fueron en total soledad conscientes de lo que estaba por suceder y de falta de medios tecnológicos para hacer videollamadas a familiares’, relata por las redes sociales el concejal de la Zona 6 de Milán, Lorenzo Musotto.

Esta situación podría compensar el llamado duelo ambiguo, tal como le denomina Pauline Boss[2].

Dice Boss:

Cuando se nos muere un ser querido, lloramos su partida. Nos consolamos con ritos que acompañan su desaparición y buscamos apoyo en los que nos rodean.

Pero ¿qué ocurre cuando no hay un final, cuando tal vez un miembro de la familia o un amigo este todavía vivo y, sin embargo, ya lo hemos perdido?

Las perdidas ambiguas oscilan entre la esperanza y la desesperación. Esta situación genera una incertidumbre de si iniciar el duelo (sin la presencia de la víctima) o tener la creencia que nuestro ser querido regresará a casa. La esperanza se abre hacia una forma de pesar, de duelo. Se forma la idea de que, en donde estuvo nuestro familiar, ya no está.

¿Es posible hacer soportable tal pérdida ambigua?

Para acercarnos a ello, en esta situación catastrófica, tengamos un espacio de humanización de la muerte, que recupere y valore la sensibilidad por el dolor del otro.

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[1] https://www.latercera.com/que-pasa/noticia/el-derecho-a-decir-adios-donan-tablets-para-que-pacientes-se-despidan-de-sus-seres-queridos-en-italia/QAW374UJE5B5FACLQL43V4NOKI/

[2]  La pérdida ambigua. Como aprender a vivir con un duelo no terminado (Gedisa, 2001).

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